História Demonios personales - El propósito del enemigo

No era una casa muy grande pero si era lo suficientemente espaciosa para alguien que vivía solo.

La vivienda no resultaba nada fuera de lo común, paredes blancas cubiertas por un empapelado rosa viejo decorado con algunas flores secas que parecían enredarse en la pared para una mejor decoración. Los azulejos del baño al igual que los de la cocina eran celestes, había solo un dormitorio, lo que le hizo pensar al demonio que debería dormir en la misma cama que su pequeño humano, incluso si este se negaba. 

la sala de estar estaba conectada por un pequeño pasillo al comedor, un ambiente realmente familiar y acogedor. 

La noche pasó rápidamente para la criatura que simplemente se limitó a leer la mitad de los libros que guardaba la fina biblioteca de roble. Un par de golpes en la puerta principal lograron sacarlo de la profunda concentración que ponía en la historia que actualmente lo atrapaba.

-Se que estás muy ocupado pero ¿podrías abrirme? - Dijo Jason con algo de enfado mientras temblaba de frío abrazándose a si mismo en un patético intento de conservar algo de calor. La noche a la intemperie lo había dejado algo congestionado.

-¿Quien es? -Respondió la criatura con un claro tono sarcástico.

-Los testigos de Jehová - El adolescente optó por seguirle el jueguito antes de intentar tirar la puerta abajo o mas bien de romperse los nudillos en el intento.

El demonio rió y abrió la puerta dejando pasar al chico congelado, estaba helando afuera y el humano estaba cubierto por una simple camisa de mangas cortas.

Jason le dio un empujón al demonio al pasar corriendo directamente al baño, sin pensar, automáticamente se quitó toda la ropa que llevaba encima lanzándola al suelo y se metió a la ducha al tiempo que abría las llaves de agua fría y caliente empezando a graduarlas a a su gusto.

Cuando por fin recuperó la temperatura normal de su cuerpo se sentó en medio de la bañera en posición fetal a reflexionar sobre los acontecimientos en su vida desde hacía menos de un día.

Para empezar tenía a un demonio hambriento viviendo bajo su mismo techo y no podía ser coincidencia que fuera justo después de que ocurrieran cuatro eclipses superluna de sangre en un intervalo de cuatro meses entre cada eclipse. Si no estaba equivocado dentro de dos meses ocurriría un eclipse solar, benditas sean la clase de astronomía en el colegio, en ese eclipse el sol se cubriría completamente por cuarenta minutos, cosa que debería ser imposible pero por lo que él sabía no sería algo natural.

Este eclipse, si sus sospechas eran ciertas, no sería por causas comunes, sería provocado por demonios, la señal que desataría una guerra entre el bien y el mal que decidiría quien dominaría la tierra por los próximos 500 años, una batalla entre ángeles y demonios.

Lo cierto es que esto los humanos no tenían ningún papel importante en esa pelea, eran solo ganado que ocasionalmente estaba en el campo de batalla, la tierra de los mortales.

Jason cerró los grifos de agua, debía buscar respuesta lo mas pronto posible ya que si estaba frente a un peligro real no tenía mucho tiempo.

Salió del baño y corrió hasta su habitación envuelto en una toalla mientras escurría agua mojaba todo a su paso.

-Mi madre seguro tiene todas las respuestas que necesito.- Se dijo a la vez que se secaba el pelo con la toalla que anteriormente envolvía sin mucha presión su cuerpo bien formado.

-Al no ver indicios de tu madre en casa pensé que estaba muerta.- La criatura se encontraba sentada en la cama con la espalda recargada en la fría pared.

-¡Maldición!- Jason se sobresalto y soltó la toalla dejándola caer al suelo, no lo había visto entrar, de hecho la puerta seguía cerradas como él la había dejado.

-¿¡Como entraste!?-

-Soy un demonio, idiota, por cierto, bonito cuerpo mortal – Respondió el ser mientras observaba detalladamente cada parte del cuerpo de pequeño humano.

El adolescente rápidamente se agachó y levantó la toalla cubriendo su intimidad.

-El asunto con mi madre no es de tu incumbencia, te pediré que te alejes de mi habitación y que si vas a quedarte aquí al menos me digas tu nombre... Y date la vuelta, quiero vestirme. -El mortal moría de vergüenza por pedirle algo tan infantil a un ser de las tinieblas que debía tener por lo menos 3.000 años de vida.

La entidad se dio media vuelta y comenzó a afilarse las uñas en la pared por puso aburrimiento

-No tengo porqué decirle mi nombre real a un apestoso gusano así que solo porque soy bueno te diré mi nombre de "humano", Levi, por cierto, esta vez te la dejaré pasar pero si vuelves a referirte a mi de esa forma irrespetuosa te romperé treinta huesos uno a uno...-

El joven se quedó helado por unos segundos, el tono de voz utilizado era demasiado amenazador, solo un idiota lo hubiese tomado en broma.

-Bien, lo siento, de hecho, debo irme, volveré al anochecer, no llames la atención de los vecinos.-

Levi rió al escuchar eso, por supuesto que sería de tono menos discreto.