História Demonios personales - Volviendo al pasado

Jason no confiaba mucho en ese ser pero ¿tenía opción? finalmente acabó de retirarse, llevaba una camisa a cuadros color bordó, pantalones negros y una botas militares de cuero color café.

Luego de mirar a la criatura con recelo se marchó de la casa cerrando con llave la puerta principal y comenzó su carrera hacia un bosque muy poco transitado de la ciudad, cortaría camino por allí ya que ningún transporte pasaba cerca de aquel lugar al que debía acudir con urgencia, por lo tanto debía llegar mediante el método mas antiguo utilizado, caminando.

Pasó unos treinta minutos paseando entre los árboles, llegó a temer que se encontraba perdido pero por fortuna para él logró encontrar la salida y reanudó su rumbo. Las calles por las que transitaba estaban hechas pedazos, completamente destrozadas, repletas de zanjas y algunos pozos profundos.

Algo terrible había ocurrido allí hacía dieciocho años, el mismo día de su nacimiento.

Cientos de demonios atacaron ese lugar mientras los primeros rayos de luz de día iluminaban la zona el veintisiete de noviembre de ese trágico año. Su objetivo era el pequeño guerrero; Jason Blair. Hijo de una poderosa ángel y un hechicero. Su padre murió durante la batalla protegiendo su legado, pues él, Jason, era tanto un arma de destrucción masiva como la salvación de la humanidad y la victoria de los ángeles en el terreno de Guerra.

Mientras el muchacho se metía en sus pensamientos no se percató de un detalle muy importante, varios pared de ojos codiciosos lo observaban con odio y deseo.

-Es él...- Una voz Femenina sacó a Jason de sus mar pensamientos haciéndolo caer en la peligrosa realidad.

Pronto se encontró rodeado por cinco demonios cuyas apariencias eran muy variadas, uno más aterrador que el anterior, más dientes y picos afilados en sus cuerpos. Sin embargo, a pesar del miedo y de tener todas las de perder, Jason no se rendiría fácilmente, se preparó para pelear.

El demonio de mayor tamaño atacó rodeando al chico con su cuerpo semejante al de una serpiente, intentó morder pero Jason logró esquivarlo -por muy poco-. Eso era demasiado para él, debía actuar como persona normal y racional, hasta el conocía su límite. Se echó a correr lo más rápido que sus piernas le permitieron sin darse cuenta de que se estaba alejando de su destino inicial adentrándose en terreno desconocido, una calle aun más oscura y destrozada. Tropezó con un escombro y cayó de cara al suelo, su muerte hubiese estado asegurada de no ser por ese resplandor cegador que como siempre aparece en el momento más oportuno.

Una hermosa mujer de negra cabellera y ojos cristalinos como el agua se paró frente a las criaturas infernales mirándolas con seriedad sin perder su aire de superioridad. Los monstruos no bajaron la guardia, jamás se debía subestimar a un ángel, mucho menos a ella, Gabrielle, la madre de Jason y el ángel guardián más poderoso.

-Sabía que no debía dejarte ir solo, humano idiota.-Jason alzó la vista pues seguía tirado en el suelo, y se encontró con una linda sorpresa, aquel que le había hablado y ahora le tendía la mano ayudándolo a incorporarse era Levi, su demonio personal.